Teníamos pendiente conocer esta cavidad cercana a la localidad de Ataun. Nuestr@s compañer@s del Club Akelar nos van a servir de guías. Esta salida está enmarcada en el propósito de realizar actividades de hermandad entres ambos clubes.
Un día gélido nos espera por delante, pero solo hasta la entrada a la cavidad. Allí la temperatura, como en todas las cavidades, es semi-constante. Hoy, con el frío de menos un grado en el exterior, literalmente sale calor de su boca.
Según nuestra forma de pensar, sobran los carteles indicativos que anuncian la cavidad. Desde nuestro punto de vista, no es un reclamo turístico.
La entrada es muy sencilla y está acondicionada tapando parte de la obertura original con piedras. En su interior encontramos una cómoda sala con buena temperatura y de buena amplitud.
Es importante decir que a partir de esta gran sala de recepción, la progresión por la cavidad puede resultar muy peligrosa. Desaconsejamos su visita sin conocimientos de espeleología. Como siempre lo mejor es pertenecer a un club de espeleología y tener un seguro deportivo.
Hablando de fauna cavernícola, en toda la cavidad que vamos a visitar, con unos mil metros de desarrollo, podremos observar diferentes especies que viven continuamente dentro de la cavidades.
En esta sala de recepción podemos ver muchos murciélagos. Como es invierno están invernando y molestarlos podría suponer su muerte. Mucho respeto por nuestra fauna cavernícola.
En los cauces subterráneos, en los gours o pequeños charcos de agua, podemos observar especies de Niphargus. Todo este tipo de insectos están genéticamente, con el paso del tiempo, preparados para vivir bajo tierra. Llevan miles de años sin saber que existe el sol, las nubes, el paso del tiempo.