La séptima semana del año fue la
elegida para celebrar uno de los fines de semana del club que venimos
organizando periódicamente. Tres días repletos de actividades –esta vez
centradas en la espeleología- y para disfrutar con los compañeros del club en el
albergue de Arredondo, en Cantabria.
El fin de semana prometía ya
desde el mismo viernes, con los grupos de Whats-App echando humo, y con los
coches cargados para salir pitando para Cantabria. El pronóstico del tiempo,
maravilloso. 27 grados de máximas en pleno Febrero. ¿Qué más podemos pedir?
Nos vamos juntando todos en el
albergue. Los más valientes, arnés en mano, se dejan llevar por las ganas y se
van a la via Ferrata del Risco con nocturnidad y alevosía. ¡Que afición! Y como
no tenían suficiente, deciden perder un móvil en las inmediaciones para
buscarlo tranquilamente entre zarzas y matorrales.
El resto, aprovechamos para ir
poniéndonos al día; nos hemos juntado muchos y hay muchas cosas para contar.
Charla para aquí, charla para allá, y como era de esperar la cosa se estira
hasta horas intempestivas.
...SABADO...
El despertador nos pilla todavía en
el tercer sueño. Hoy toca madrugar, va a ser un día largo y hay que
aprovecharlo. El planteamiento es sencillo: Dos grupos. Grupo verde ira a la travesía
de Tonio-Cañuela. Grupo azul, a la cueva del Escalón y a las primeras salas de
Coventosa. El primero que llegue al albergue, ¡se bebe las cervezas!
El grupo verde no duda ni un
instante. Desayunan fuerte, y antes de que el sol salga del todo, están cargando
los bártulos en los coches. Con la legaña todavía colgando salen pitando para
la travesía, les espera un largo día por delante, y tienen la esperanza de
encontrar alguna cerveza a la vuelta.
Tal y como decía el hombre del
tiempo, el día amanece perfecto. El sol ya está empezando a calentar el valle,
y las vistas son preciosas en la aproximación. Casi hasta da pereza meterse
bajo tierra.
Se instala el pequeño pozo de
entrada y toca meterse en faena. Primer pozo, segundo pozo, tercer pozo, esto
marcha rodando. Todo muy bonito hasta que llega… la diaclasa vertical. Primera
novatada para los primerizos en la travesía, un estrecho P13 sinuoso que hace
que los espeleólogos “de buen año” suelten algún que otro improperio. -¿Quizás
no tendríamos que haber desayunado tanto?
Algún que otro pozo más, y en un
santiamén se baja a la cueva de Cañuela, en la enorme sala Olivier Guillaume.
A partir de aquí es un bonito
paseo por la cueva, disfrutando de los grandes volúmenes de la cavidad; un poco
de almuerzo, unas fotos por aquí, -¿Alguien está mirando la topografía?...
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El equipo azul, mientras tanto,
no pierde el tiempo. Han aparcado ya en el parking de Coventosa y marchan a
buen ritmo hacia la cueva del escalón.
Hoy nos guía Ibai. Ibai es un
intrépido espeleólogo cuyo afán de exploración no tiene parangón. Es su primera
vez en la cueva del Escalón, pero eso no lo amedrenta lo mas mínimo, ¡ya tiene
6 años! A su lado va Adrian, su lugarteniente, que con sus 10 años cuida de Ibai
como un campeón.
La cueva empieza con una amplia
galería con forma de viejo cañón. Algunas formaciones van apareciendo, a cada cual con forma más
caprichosa. Que si un “Popeye” por aquí, que si un elefante por allá. Antes de
darnos cuenta nos hemos plantado en la primera dificultad, una trepada de 4
metros. Puede parecer poco, pero para
Ibai, que todavía no levanta mucho del suelo, ¡es toda una montaña! No hay
ningún problema, tenemos unas cuantas cuerdas que nos ayudaran con la tarea.
A partir de aquí hay que estar
pendientes, según las indicaciones que nos han chivado antes de entrar, a la
izquierda hay un paso estrecho que nos lleva a unas bonitas salas. Ibai manda a
sus mejores exploradoras a localizarla, y enseguida las encuentran.
Efectivamente, son muy bonitas, y
además, un señor de amarillo que habla mucho nos da una explicación de cómo se
han formado esas estalactitas tan curiosas. Aprovechamos para sacar alguna
foto, y vamos a visitar el lago antes de salir de nuevo al exterior. ¡Menuda
aventura!
El día todavía da para mucho, así
que tras un buen bocadillo se forma un pequeño grupillo para ir a Coventosa.
Esta vez les toca a los novatos del club, aprovecharemos para montar algún
pequeño rapel para practicar y para visitar la sala de los fantasmas de Coventosa.
Una sala preciosa que no deja indiferente a nadie. De nuevo, aprovechamos para
hacer algunas fotos, sin prisa, y poco a poco hacia afuera a practicar el ascenso por
cuerda.
Empieza a oscurecer el día, así
que toca volver a casa. -¿Habrá vuelto ya el equipo verde?
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El montón de cervezas está
intacto, señal de que no han venido todavía. Vamos preparando la barbacoa
porque seguro que llegan con hambre. ¡Y
tanto! Un par de horas después aparece todo el grupo. Parece ser que se han
“despistado” un poco en la travesía. -¡Te dije que era por la izquierda!-
murmulla alguno. -Más vale que han sido buenos y nos han dejado cena-
Nada que unas buenas costillas no
puedan remediar. Y además, tras la cena hay una sorpresa para todos los
presentes. ¡Un sorteo de material! Mosquetones, botiquines, mochilas, y hasta
una cuerda de 100 metros. Unas horitas más de sobremesa y todo el mundo a
dormir con su regalo bajo el brazo. Que no se diga que no hemos aprovechado el
día.
...DOMINGO...
De nuevo, un sol espléndido nos
recibe por la mañana. Hoy visitaremos Cuevamur, una de las cuevas mas conocidas de la zona.
Ibai, no obstante, se ha enterado
de unas bonitas ciervas que hay pintadas en la cercana cueva de Covalanas. Así
que se las ingenia para que sus padres y otros cuatro compañeros le acompañen a
la cavidad.
Allí nos espera un guía, que nos
enseñara esta bonita cueva descubierta años atrás por un cura local. En ella se
pueden ver un montón de pinturas rupestres, en las que se representan varios
animales en diferentes escenas. Es impresionante ver la calidad con la que pintaban
nuestros antepasados, parece que las figuras quisieran salir de la roca.
¡Cuánto está aprendiendo Ibai!
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Mientras tanto, los más
perezosos, se están preparando para entrar a Cuevamur. Delante de su gran boca,
escavada en una pared vertical, disfrutan de las vistas que ofrece la altitud.
Esta cueva, conocida desde tiempos remotos, se ha utilizado históricamente para
multitud de usos.
Poco a poco van entrando. La idea
es hacer la circular, que permite visitar la mayoría de la cavidad. Esta
empieza con un laminador y con varios pasamanos, que nos ponen enseguida en lo
alto de la gran sala central, donde se rápela hasta su fondo.
Aquí comienza la circular, por
varios rincones realmente bonitos de la cavidad, que invitan a fotografiarla y
a visitar con calma sus galerías, hasta llegar de nuevo por otra galería a la
gran sima, donde podremos recoger la cuerda y salir hacia el exterior.
Ahora sí, va siendo hora de ir
terminando el fin de semana. Unas cañas por aquí, unos pinchos por allá, y
despedidas por todos los lados. Se ha terminado pronto, pero ha sido un fin de
semana intenso.
Poco a poco vamos volviendo todos
a nuestras casas, y a la rutina. Apenados porque se termina el fin de semana,
pero contentos de haber disfrutado de la mejor de las compañías en el mejor de
los parajes. ¡Volveremos!