miércoles, 6 de septiembre de 2017

Sima Sopladora. Exploraciones en el Valle de Erro. Navarra.

Una retirada a tiempo puede ser una gran victoria. Hoy solo nos quedaba acogernos a dicho refrán para sentirnos compensados por un día de trabajo en que no hay frutos que recoger, solo hemos descartado posibilidades de continuación y nos hemos retirado en el momento más caliente... hemos decidido abandonar temporalmente este trabajo.     


El descubrimiento de Sima Sopladora es fruto de la ayuda de los vecinos del valle.  Anónimos colaboradores, os volvemos a dar las gracias desde el Club por ser parte imprescindible en nuestras exploraciones.  


Una bocanada de aire frío emana desde su interior. Para los que sabemos algo de esto, estas corrientes varían en intensidad en función de diferentes motivos. Generalmente se deben a la existencia de grandes salas o complejo de galerías. También puede deberse a la conexión entre diferentes simas.


Así pues se organizan varias incursiones. En la primera de ellas nos aseguramos de que la bajada sea segura, se comprueba la estabilidad de los bloques que nos encontramos. Así se consigue llegar al final de la sima tras 15 metros de profundidad. 


En una segunda salida y tras desobstruir el paso más evidente,  Antonio e Iban consiguen conectar la primera sala con un nuevo rápel de 20 metros. La salida de este rápel es incómoda, hay que dejarse resbalar de cara a la pared, pero la subida es mucho peor. Se puede ver el paso a los pies de nuestra compañera. 



Salimos a lo que parece ser el meandro de un río fósil. La galería es grande y espaciosa. En los techos se observan formaciones sin mucho interés, pero por las pocas que encontramos en el Valle, tienen su valor.


En este punto de la sima encontramos unos huesos de algún animal. Deben de ser antiguos porque queremos recordar que la conexión entre las simas estaba casi tapada hasta que nosotros la agrandamos.


Nos quedan dos nuevos rápeles para llegar hasta la punta de exploración que dejaron pendientes nuestros compañeros. Pero de repente Antonio ve algo que las otras veces no vio o quizás no se fijó: una gran grieta que contornea un gran bloque. Nos miramos cuidadosamente la fisura que rodea totalmente la gran piedra. Estamos acostumbrados a ver muchas grietas pero ésta en concreto tiene algo especial: Antonio no la recuerda de ocasiones anteriores, se podría haber formado recientemente. 

Valoramos la situación y la prudencia nos aconseja que es mejor retirarnos temporalmente. Además la roca caliza que nos rodea es de mala calidad y está en avanzado proceso de descalcificación.    


  El desprendimiento de dicho bloque no solo podría producir un accidente de fatales consecuencias, sino que, todavía peor que eso, podría taponar la siguiente sima de forma brutal y dejarnos totalmente incomunicados con el exterior. Hasta en el mejor de los rescates seguro que tendrían que trabajar muy duro, solo para saber dónde estamos metidos. La última cuerda instalada en el segundo rápel les daría una pequeña pista de por dónde hemos avanzado, pero luego sería muy complicado localizar la sima pequeña y profunda bajo la gran masa de roca. A parte deberían bajar con una retroexcavadora o explosivos para poder con tan gran bloque. Es una situación imaginada pero que podría ser real.   


El toque de corneta de "retirada" es unánime por parte de tod@s. Aprovechamos para explorar otras incógnitas, entre ellas una escalada de unos 4 metros que da a una sala superior. 



Dicha sala no tiene continuidad. Hemos hecho el día y nos retiramos para casa. Decidimos dejar pasar un tiempo razonable para volver y observar de nuevo la fisura en el gran bloque. Por debajo de él tenemos dos nuevos rápeles que nos hacen conectar con una capa de roca caliza de mejor calidad que la que nos ha detenido, pero hemos hecho caso a nuestra primera norma:

La seguridad y la precaución es nuestra obsesión.




Sakon Espeleologia Taldea
Texto y fotos de Oscar Sicilia.

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