jueves, 14 de enero de 2016

Cueva Llueva, Cantabria

Salida organizada por el grupo Cota Mínima Cantabria a la cueva de Llueva en Matienzo, Cantabría.


Son las cinco de la mañana cuando suena el despertador. Tenemos que hacer casi 250 kms para llegar a Bádames, localidad cercana a  Cueva Llueva. A las 6:30 estamos puntuales en Etxarri-Aranaz, el punto de concentración de donde salimos junto a nuestro amigo Iñigo de los Kat Team. A las nueve y media se irá conformando el grupo según van llegando otros espeleólogos, de Cota Mínima Cantabria y Espeleogel de la Rioja. 


Para llegar a la cueva, nos adentramos en un bosque selvático en el cual se deja ver una senda desdibujada y por el cual, en menos de cinco minutos, llegaremos a una gran hondonada cerrada por un promontorio rocoso de donde cuelgan numerosas lianas.


Localizaremos la boca de entrada en el lateral izquierdo a un par de metros de altura y sin tiempo para entrar en calor, las estrecheces nos recibirán.


Desde el principio caminaremos agachados o a cuatro patas para luego arrastrarnos por dos laminadores. 


Sin descanso nos encontraremos en el suelo con una gatera a la que tendremos que entrar de cabeza hacia abajo para recuperar la horizontalidad poco después.



Se supera con una buena dosis de control mental y tras unos metros de sufrimiento, la gatera se irá ampliando y un poco más adelante nos dará la oportunidad de sentarnos y ponernos todo el equipo de progresión vertical para coger un pasamanos y a continuación descender un pozo de 10 metros. 



Ahora nos encontramos en una galería de unos 20-30 metros de anchura con un caos de bloques que descenderemos acercándonos al rio y luego tendremos que volver a subir. Algunos evitaran este tramo utilizando un pasamanos que encontraremos en la pared izquierda. 
Continuaremos caminando hacia el oeste aunque lo de caminar es un verbo demasiado simple para describir nuestra actividad: sortear los distintos bloques, trepar y destrepar, caminar por un suelo arenisco. De vez en cuando aparecerán distintas formaciones que nos irán avanzando lo que más adelante encontraremos.


Tras recorres unos 200 metros desde el primer pozo encontraremos en la pared derecha un cuerda por la que ascenderemos 5 metros abandonando la amplia galería para recorrer ahora una serie de estrechas y laberínticas galerías.




Iremos encontrando la salida descendiendo de manera bastante incómoda para luego en un paso bastante gimnástico y ayudándonos de una cuerda bajar otros cuatro metros para enfangarnos en un paso laminador lleno de barro y una gatera que se abrirá y que nos llevara a unos pasos desfondados que superaremos llevándonos a una mini sala donde encontraremos una colección variopinta de herramientas utilizadas en la desobstrucción: maza, barra de uña.





Todavía nos queda un tramo parcialmente complicado hasta encontrarnos en una amplia galería que nos acercará hacía la sala “The edge of Darkness” encontrándonos en el camino diversas formaciones pero donde destacan los largos macarrones.


 Finos macarrones de una longitud excepcional que en algún caso llega hasta el suelo.  El techo de la galería, a partir de este punto, se ha caído y por eso no encontraremos más formaciones hasta llegar al final de la galería después de otros cien metros de ligera ascensión.




El camino en algunos tramos está bien señalizado para evitar salirnos y provocar daños innecesarios a los cristales de yesos. 



Llegaremos a una zona donde nace una galería descendente hacia el noroeste mientras que la galería principal toma otra dirección.


 En ese punto encontraremos las mejores coladas y especialmente los macarrones más espectaculares que hayamos visto.







 Descansaremos sin prisa contemplando la belleza de las coloridas coladas y de los bellos macarrones para después volver sin grandes complicaciones gracias a la buena orientación de nuestros excelentes compañeros.


 Tuvimos que sufrir nuevamente en los tramos más complicados: pasos desfondados, el laminador enfangado y las gateras del final de la cueva.






Y por fin la salida por Cueva Llueva



Texto y fotos de Xabier Azanza y Josean Carmona.



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